En aquel verano que (casi) había empezado, el chico había sentido cosas que nunca antes había experimentado. No sabía cómo ni tampoco por qué, pero en su camino se había encontrado a una persona; una persona que le conseguía hacer realmente feliz.Le encantaba poder mirarla a la cara, a sus preciosos ojos y derretirse con su mirada. Acariciarla y abrazarla. Sin embargo, todo eso era poco con el cosquilleo que ella le hacía sentir.
El chico lo definía como 'amistad', pero en realidad él sabía que no solo era eso. Nunca antes habían conseguido ponerle el corazón a mil, ni tampoco hacer que se le pusiera la piel de gallina con tan solo una palabra.
El chico estaba perdido. También era cierto que odiaba la distancia, y que la que les separaba se convertía en una larga espera llena de nervios, pero que al momento de verla, le subía un cosquilleo extraño y diferente. Él no sabía lo que era, no entendía por qué le estaba pasando eso y cada día se preguntaba si estaba haciendo lo correcto; lo único que sabía, es que con ella se sentía muy bien.
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