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sábado, 28 de abril de 2012

Verso acabado. Punto.

Dicen que cuando se acaba algo, cuando una etapa de tu vida termina, todo a tu alrededor cambia; tu forma de ver las cosas ya no es la misma, las forma de afrontar los problemas varían respecto a los de antes, los sentimientos, la madurez ... todo es diferente.
Dicen que cuando una persona se va de tu vida, todas las huellas y enseñanzas que te ha dejado permanecen ahí, muy al fondo de tu corazón.



Desde mi perspectiva empresarial, mi estado actual sería una empresa en quiebra, en la que no hay suficiente solvencia para hacer frente a la gran cantidad de deudas. Resultado: cierre de la empresa.
Por el contrario, desde mi perspectiva de estudiante de derecho sería un caso perdido, una situación de desestimación y anulación hacia mi caso. La otra persona habría sabido llevar las riendas del litigio y lo he perdido.



Pero no, desde mi corazón no es nada de eso, es otra cosa muy diferente: una gran putada.
De todas las cosas se aprende, de todos los problemas que tenemos siempre solemos sacar una conclusión, o al menos, eso es lo que dicen. Pero llega un momento en tu vida en que te planteas si de verdad has estado actuando con cordura y racionalidad, si lo que has tenido ha sido lo que de verdad has querido siempre, si has luchado lo suficiente por conservarlo. Y llega el día en que te das cuenta de lo que tenías y lo que podrías haber tenido si no lo hubieses perdido. Te derrumbas.



He perdido una parte que me había dado la vida, algo que me había hecho sonreír hasta límites insospechados, que me había hecho sentir muchas sensaciones, muchos sentimientos y muchos momentos increíbles. Se que no va a volver esa situación, pero por más que intento negármelo a mi mismo, mi cabeza no hace más que obligarme a senguir intentándolo. Ha sido una etapa increíble de mi vida, ha sido un resurgir de sentimientos y emociones. Ha sido vivir, sentir y experimentar.


Pero la vida sigue, tendré que hacerme a la idea de que ella ya no está aquí, conmigo; que nunca me va a volver a abrazar, nunca me va a besar, nunca me va a acariciar y mucho menos se va a acurrucar en mi cuando tenga frío. No me va a volver a mirar a la cara con esos ojitos preciosos, ni va a arrugar la nariz como a mi me gustaba. Nunca me va a picar con frases o a intentar pegarme. Nunca voy a sentir su olor tan cerca, ni a notar su piel de gallina cuando la besaba por el cuello.
Todo eso es pasado, como todo lo anterior.



Es hora de avanzar, de caminar con la cabeza recta; tener claro el pasado con perspectivas hacia el futuro y sobretodo, seguir siendo yo. Ese chico valiente, que intenta no temerle a (casi)nada y que lucha por lo que quiere.


Hasta siempre. C.
Nacho.

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